En esta contingencia sanitaria se ha comprobado que la computación en nube es mucho más que una extensión ilimitada de servidores y software de pago por uso en Internet.
La nube se ha convertido en una metáfora de la propia informática moderna, donde todo es un servicio que puede conectarse y combinarse con otros para satisfacer un número infinito de necesidades de aplicación.
Tomemos incluso una aplicación de Software como Servicio (SaaS) relativamente simple como Slack: con sólo responder un formulario web, instantáneamente se obtiene la colaboración como un servicio. Pero a través de las API, se puede integrar Slack con docenas de otros servicios, desde Google Drive a MailChimp, pasando por Trello e incluso el principal competidor de Slack, Microsoft Teams. En otras palabras, unos pocos clics pueden ampliar drásticamente lo que Slack puede hacer.
Las posibilidades reales, sin embargo, emergen de las grandes nubes de IaaS: Amazon Web Services, Microsoft Azure y la plataforma de nube de Google. Estos vastos ecosistemas contienen miles de servicios de nube más allá de la computación básica, el almacenamiento y las redes, y la capacidad de combinarlos en soluciones a medida ha cambiado para siempre la forma en que las empresas construyen aplicaciones.
En lugar de que los desarrolladores codifiquen cualquier cosa desde cero, recurren a las API para añadir, por ejemplo, servicios de aprendizaje automático, de bases de datos, de seguridad, de análisis o de cadenas de bloqueo. Si se usa algo de código abierto del servicio en la nube GitHub de Microsoft y se cuelga todo junto, se tendrá una solución empresarial viable que hace justo lo que se persigue en un tiempo récord.
En este momento, en el que las empresas se enfrentan a una recesión económica (y en el que la mano de obra y el capital necesarios para poner en pie los servidores y licenciar el software pueden ser prohibitivos) parece inevitable un cambio acelerado a la nube.
La adopción de la nube vuelve a acelerarse
La Encuesta de Computación en la Nube 2020, recién publicada y elaborada por IDG tras consultar a 551 tomadores de decisión sobre compras de tecnología (todos involucrados en el proceso de compra de cloud), confirma que las empresas están haciendo planes agresivos en este modelo.
Según un 59% de los encuestados por IDG, sus organizaciones estarían en cloud en su mayoría o todas dentro de 18 meses. En la actualidad, el 32% de los presupuestos de sus organizaciones se destinan a cloud.
Y mientras que muchas de estas organizaciones han migrado las aplicaciones on-prem existentes a la plataforma de un proveedor de cloud computing, los encuestados estiman que el 46% de las aplicaciones fueron “construidas a propósito” para cloud, por lo que podrían aprovechar mejor la escalabilidad de este modelo y los modernos patrones de arquitectura.
En otra muestra de compromiso con la nube, el 67% dijo que han añadido nuevos roles y funciones de la nube, tales como los puestos de Arquitecto de la Nube, Administrador de Sistemas de la Nube, Arquitecto de Seguridad e Ingeniero de Desarrollo.
La computación sin servidores es quizás la expresión más pura del modelo en la nube como una serie interminable de servicios mixtos, incluso con infraestructura virtual en el espejo retrovisor. La nube no es simplemente un caballo de fuerza extra que se puede encender además de los estantes de los servidores on-prem. Es la arena en la que estamos construyendo el futuro de la informática.
Fuente: cio.com.mx