En Francia ya funciona a pleno rendimiento la primera carretera solar del mundo.
La envoltura externa con la que se presenta la energía solar es cada vez más insólita pero, a la vez, más familiar. Precisamente, hace poco hablábamos de tejados fotovoltaicos con el aspecto de las tejas de toda la vida, un verdadero trampantojo sostenible integrado en nuestra arquitectura convencional. Pues bien, ahora le toca el turno al suelo, porque en Francia ya funciona a pleno rendimiento la primera carretera solar del mundo.
No es el primer ejercicio que se realiza de convertir paneles fotovoltaicos en asfalto, ya que los holandeses de la ciudad de Krommenie cuentan desde hace casi dos años con un carril bici capaz de producir energía solar. Sin embargo, el de Francia es el primer tramo que, además de generar energía, está abierto al tránsito de vehículos a motor.
La primera carretera solar del mundo vive en Francia
La carretera que conduce hasta un pequeño pueblo de Normandía, Tourouvre-au-Perche, recorre por ahora 1 kilómetro de distancia y está compuesta por 2.800 m² de placas solares. Estos paneles están cubiertos de una resina fabricada con finas láminas de silicio capaces de resistir el peso de más de 2.000 coches diarios y asegurar la adherencia de sus neumáticos sin sacrificar eficiencia energética.
Un kilómetro aún no es un tramo de largo recorrido, pero la idea es que esta carretera sirva como prueba piloto y suministre durante 2 años la electricidad que necesita el alumbrado público del pueblo cercano. Una vez transcurrido este tiempo y en función de los resultados obtenidos, se estudiará la viabilidad de ampliar el proyecto hasta 1.000 kilómetros de carreteras en el trazado francés.
Partidarios y detractores, ¿todos tienen razón?
Cinco años de investigaciones y un presupuesto de cinco millones de euros es el valor de la primera carretera solar estrenada en Francia. Un logro de la ingeniería con la que se podría aprovechar la energía del sol para producir electricidad de consumo local, como farolas o semáforos, sin invadir el paisaje o la superficie agrícola, o para abastecer zonas de descanso en puntos sin conexión. Además, como el pavimento solar se coloca sobre el asfalto de las carreteras ya construidas, no requeriría fabricar nuevas infraestructuras.
Según la Agencia de Medio Ambiente oficial (ADEME) con 15 m² de este asfalto se podría obtener la electricidad necesaria para hacer funcionar varios semáforos, y un kilómetro puede alimentar a una ciudad de 5.000 habitantes.
Pero aunque las empresas promotoras y las autoridades francesas que avalan el proyecto aseguran que será rentable a partir de 2020, momento en el que el precio del kilovatio producido por una carretera solar podría ser similar al de cualquier planta fotovoltaica convencional, lo cierto es que la iniciativa también cuenta con muchos contras.
Según los primeros cálculos, el precio del kilovatio producido por el asfalto solar es de 17 € frente a los 1,3 € de una instalación en el tejado, por lo que a priori el coste de su instalación es desorbitado frente a la energía que produce. Los promotores parten de la idea de que el tráfico solo cubre las placas entre el 10 y el 20% del tiempo, por lo que la superficie se encontraría la mayor parte del día expuesta al sol, aunque muchos expertos apuntan que los montajes horizontales como el caso del pavimento solar son menos eficientes que los inclinados y, por tanto, menos recomendables.
Sea como fuere, el tiempo tendrá la última palabra, será quien determine finalmente quién tiene la razón, y si las carreteras solares podrían convertirse de verdad en el asfalto del futuro.
Fuentes: La Vanguardia, Hipertextual, El País, Xataka, imnovation-hub.