En los últimos tiempos, a ningún aficionado al hardware le cabe ninguna duda de que AMD le está tomando bastante ventaja a Intel en el entorno de los procesadores para equipos de sobremesa, donde AMD ofrece con sus Ryzen de tercera generación un mayor rendimiento sintético y a un menor precio que las opciones que ofrece Intel. Sin embargo, si has leído los análisis de estos últimos procesadores Zen 3 te habrás dado cuenta que, incluso siendo más potentes en los benchmarks, en juegos Intel sigue tomando la delantera. En este artículo vamos a analizar a fondo los hechos y las pruebas a las que han sido sometidos estos procesadores para averiguar por qué Intel sigue siendo mejor que AMD en gaming.
Los materiales de marketing de AMD muestran que su nueva generación de procesadores toman una ventaja de dos dígitos en cuanto a FPS, pero como vamos a poder ver a continuación cuando estos procesadores se montan en un PC real, la cosa cambia y bastante.
AMD Ryzen 9 5900X vs Intel Core i9-10900K en gaming
Las pruebas que os vamos a mostrar a continuación han sido realizadas por TechPowerUp (enlazados al pie de este artículo), y cabe decir que han sido realizadas con una simulación bajo el motor gráfico Unreal Engine 4 con la API DirectX 12 que busca mantener al máximo tanto CPU como GPU sin variar la escena, es decir, pone al hardware siempre al máximo sin importar cuánto tiempo pase (a diferencia de los benchmarks gráficos que todos conocemos, los cuales tienen escenas dinámicas que van cambiando la carga a la que es sometido el equipo).
Vamos a comenzar explicando las gráficas que podéis ver más abajo. En el eje vertical (Y) tenemos los fotogramas por segundo (FPS), y obviamente cuanto más alto mejor (la sincronización vertical se desactiva, claro está). En el eje horizontal (X) se muestra el factor de carga en porcentaje, algo que es relativamente arbitrario pero que debes pensar que cuanto más a la izquierda, cada FPS es más fácil de renderizar por lo que se logran FPS más altos, mientras que cuanto más a la derecha, cada cuadro es más complejo y mete más carga a la GPU. La idea aquí es poder ir jugando con el cuello de botella CPU-GPU para ver en qué punto ocurre y qué es lo que sucede cuando pasa.
En las gráficas de arriba podéis ver los resultados de lo que os hemos explicado, utilizando una GeForce RTX 2080 Ti. Podemos ver cómo AMD obtiene unos FPS muchísimo más altos que Intel cuando miramos la zona izquierda de la gráfica (alrededor de un 20% de mejoría), y esta es la ventaja del IPC de la microarquitectura Zen 3. En este escenario de CPU limitada no hay duda de que AMD es el claro ganador.
A medida que nos movemos a la derecha en el gráfico, vemos que los FPS disminuyen, un comportamiento esperado porque como hemos indicado antes, la GPU cada vez tiene más carga y ralentiza las cosas. Curiosamente, las caídas son casi simétricas tanto en Intel como en AMD pero a velocidades de FPS muy diferentes, y solo por encima del 40% la brecha entre ambas plataformas comienza a reducirse.
Al 80% tanto AMD como Intel ya obtienen casi las mismas tasas de FPS; estamos empezando a tener más y más limitaciones por culpa de la GPU. A medida que aumenta la carga de la GPU, se deja menos trabajo a la CPU porque hay menos fotogramas para realizar cálculos, y para la lógica gaming no hay razón para actualizar los estados más de una vez por cuadro porque solo se pueden mostrar las actualizaciones una vez por cuadro, ¿verdad? Esto reduce el uso de CPU, y por eso las líneas que representan a Intel y AMD, terminan uniéndose.
Ahora, a medida que aumenta la carga de la GPU vemos gradualmente una pequeña ventana entre el 80% y el 120% donde la plataforma Intel Comet Lake obtiene un mejor rendimiento que AMD (está marcado con una flecha roja). Esto resulta bastante sorprendente, pero los datos son demasiado claros como para pensar que es un evento aleatorio, es decir, sucede por algo. Una teoría es que la lógica agresiva de estado inactivo de los procesadores AMD apaga algunos de sus núcleos porque ya no está a máxima carga; en teoría Zen 3 hace esto muy rápidamente y sin interacción del sistema operativo (para la administración de energía) y ponerlos en marcha con mucha rapidez, pero no al instante y esto al final se nota.
Una vez que superamos el 140% en el gráfico, lasa tasas de FPS en gaming son prácticamente idénticas para Intel y AMD. Que nadie se sorprenda, porque la GPU está causando (a propósito) cuello de botella, e independientemente de qué procesador tengas, si la GPU no da para más no vas a obtener más FPS en los juegos porque eso ya no depende del procesador.
Cómo influye la velocidad de la memoria RAM
La siguiente prueba muestra el efecto de la velocidad de memoria. En lugar de utilizar RAM DDR4 a 3200 MHz CL14 se han utilizado memorias RAM DDR4 a 3800 MHz CL16 para la prueba, con Infinity Fabric funcionando a 1:1 (IF:DRAM). Este es el mejor escenario posible para AMD, ya que un Ryzen 9 5900X no puede ejecutar Infinity Fabric a 2000 MHz.
Aquí podemos ver que la forma de la curva es casi idéntica a la del escenario anterior, pero hay pequeñas diferencias: el área donde Intel es más rápido que AMD sigue ahí, pero la ventaja es mucho menos pronunciada.
¿Y si se utiliza una gráfica menos potente? ¿Y una más potente?
En las pruebas anteriores, como hemos mencionado se utilizó una RTX 2080 Ti, una gráfica que por precio desde luego no muchos usuarios pueden permitirse, así que vamos a ver qué sucedería con una GPU menos potente, como una RTX 2060 que es la top ventas de la anterior generación de NVIDIA.
De nuevo podemos ver que la curva es casi igual, pero en este caso Intel sale todavía mejor parada que antes. Cuando la CPU está muy limitada AMD registra enormes ganancias con respecto a Intel en gaming; la «joroba» a favor de Intel sigue ahí pero en este caso en lugar de encontrarse entre el 80% y el 120% llega mucho antes, entre el 50% y el 90%. Esto se debe a que la RTX 2060 ofrece un rendimiento base mucho más bajo que la RTX 2080 Ti, lo que significa que la carga de trabajo se enlaza con la GPU mucho antes. También vale la pena mencionar que el espacio en el que Intel sale ganando es mucho más grande.
Ahora vamos a ver qué sucede si utilizamos una RTX 3090, la tarjeta gráfica tope de gama de NVIDIA en la actualidad.
La ventaja de rendimiento de Intel ha desaparecido por completo, y AMD sale ganando en la totalidad de la gráfica. Además, aquí los FPS en gaming de AMD y de Intel no se juntan hasta el 125%.
AMD es (mucho) mejor que Intel pero solo en escenarios ideales
Después de muchas pruebas, podemos ver que AMD ha superado a Intel en rendimiento gaming, pero solo en los mejores casos: utilizando memoria más rápida y con una tarjeta gráfica muy potente. Por supuesto esto es un requisito razonable, pero la realidad es que el mayor nicho de mercado se encuentra en la gama media (máxime si tenemos en cuenta el precio de las tarjetas gráficas de gama alta), y esto significa que la mayoría de los usuarios se van a encontrar en la tesitura de que Intel les da mejor rendimiento que AMD en juegos.
Eso sí, la plataforma AM4 de AMD hace que las actualizaciones sean mucho más fáciles debido a su amplia compatibilidad con generaciones anteriores. Esto hace que sea probable que los jugadores actualicen su procesador independientemente del resto del hardware, posiblemente solo actualizando su CPU pero manteniendo placa, memoria y gráfica. En estos casos las ganancias seguirán siendo sustanciales, pero solo si se ejecutan juegos que no lleven a la GPU a tener que trabajar al 100% porque entonces se verían en la tesitura de que un procesador Intel les daría un mejor resultado.
Fuente: hardzone.es/tutoriales/rendimiento/procesador-amd-ryzen-intel-core-gaming/