Desde que apareció el primer caso oficial de COVID-19 han habido más de 50 millones de casos en todo el mundo y, desgraciadamente, algo más de un millón de muertes. La última pandemia de magnitud similar a nivel mundial fue hace más de 100 años con la primera ola de gripe, también conocida como la “gripe o influenza española”. Aunque la tecnología en sanidad está en auge, no podrá resultar de mucha ayuda ya que las soluciones digitales aún no se han explotado lo suficiente.
El aumento rápido e inesperado de casos de COVID-19 abrumó los hospitales de todo el mundo. Uno de los principales desafíos durante el primer brote de COVID-19 fue la falta de suficientes unidades de cuidados intensivos (UCIs). La solución inmediata que se encontró ante la tremenda afluencia de casos críticos fue crear UCIs en espacios que no estaban destinados, y por tanto que no estaban equipados, para ese tipo de situaciones.
Como resultado, toda unidad de cuidado intensivo, clínica o centro hospitalario de menor envergadura se transformó para poder tratar pacientes críticos de COVID-19. No sólo fueron los hospitales los que tuvieron que cambiar: de repente no había suficiente personal médico especializado para atender a pacientes con insuficiencia multiorgánica. El hecho de que el 10% de los pacientes positivos necesitarán cuidados intensivos significó que el número de pacientes con necesidad de especialistas se disparara en cuestión de semanas.
Improvisando UCIs y la falta de especialistas
De un día para otro, médicos de todo tipo de especialidades se encontraban a diario con pacientes que sufrían patologías que no eran de su ámbito de conocimiento, cosa que llevó inevitablemente a discrepancias en cuanto al cuidado y la atención de los enfermos. Algunos pacientes recibieron tratamientos contra el COVID en UCIs regulares y con personal sanitario experto en este tipo de situación, mientras que otros fueron tratados en las antes mencionadas UCIs “improvisadas” con profesionales sanitarios que no estaban especializados.
La supervivencia de los pacientes dependía íntegramente de las UCIs y de la experiencia de los profesionales que cuidaban de ellos, por lo que todo el mundo debería haber tenido acceso a toda la información posible sobre el tema.
¿Por qué la tecnología digital es fundamental en este caso?
Una de las razones por la cual la primera ola fue tan devastadora fue que la información sobre el virus no se recogía de manera centralizada ni circulaba entre centros sanitarios. Cada hospital gestionó sus datos de manera independiente en vez de contactar con otros hospitales y compartir la información que se iba recogiendo. Eso significó un retraso importante en la explotación de esos datos, que a su vez, impactó en la toma de decisiones a nivel mundial.
Cuando nos encontramos con una situación crítica y cada minuto cuenta en la lucha para salvar vidas, el flujo de información es vital. Muchos especialistas coinciden en que una comunicación entre las UCIs más fluida y eficiente (compartiendo toda la información recaudada en cada caso) hubiera podido salvar vidas. De hecho, en la segunda oleada de COVID-19, la tasa de mortalidad ha disminuido sustancialmente gracias al conocimiento más amplio que se tiene actualmente de esta enfermedad.
Salud mental y el impacto que tiene en los pacientes de COVID
El aislamiento al que tienen que someterse las personas que han sufrido COVID ha causado mucho estrés y aflicción, tanto a los pacientes como a sus familias. Esta situación excepcional que consiste en aislar completamente a un paciente que está luchando contra la incertidumbre de qué le pasará, tiene un impacto significativo en la salud mental de todos los involucrados, resultando incluso en la deshumanización de los supervivientes del virus.
La telemedicina permite conectar a los pacientes y sus familiares, así como especialistas de distintos hospitales para compartir información en tiempo real. Todo el personal sanitario no especializado que estuvo tratando casos de COVID hubiera podido estar en contacto con expertos en la materia si se hubiera implementado la telemedicina en hospitales desde un principio, cosa que hubiera agilizado la toma de decisiones.
UCIs inteligentes, soluciones más eficientes con IA
En el actual contexto de COVID-19, simplemente facilitando y fomentando el intercambio de información, los profesionales sanitarios mejorarían la gestión del tiempo en la toma de decisiones cosa que, a su vez, podría significar salvar más vidas.
Las complicaciones hospitalarias son otra consecuencia clara de una toma de decisión lenta que, normalmente, acaba resultando en una hospitalización más larga para el paciente. Con una medida como ehCOS smartICU, los pacientes son tratados antes y se les da el alta de manera más rápida, incrementando la rotación de pacientes y reduciendo su mortalidad. A largo plazo, la digitalización de la sanidad con medidas como smartICU, no solo ahorrará dinero, sino que salvará vidas.
Fuente: cio.com.mx