Según la AEP, el mal uso de las tecnologías se relacionan con trastornos de sueño, falta de atención y problemas de rendimiento académico
La tecnología ha irrumpido en nuestras vidas de manera contundente. Se ha convertido en una necesidad, incluso para los más pequeños. Y es que no solo la emplean como entretenimiento, sino también en los colegios y las tareas escolares, formando parte de su vida desde edades muy tempranas.
Aunque sirve de gran ayuda, también puede convertirse en una adicción y, en consecuencia, en una amenaza para la salud de los niños. Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), el mal uso y abuso de las tecnologías se han relacionado con trastornos de sueño, del que derivan problemas de rendimiento académico y falta de atención.
También existe una “una relación entre el abuso de las tecnologías y el aumento de obesidad y sobrepeso en la población infantil”, explican desde la AEP, pues va en detrimento del tiempo dedicado a jugar al aire libre y hacer deporte. “Los niños cada vez son más sedentarios”, asegura la Asociación.
Los padres, ejemplo a seguir
Ante el riesgo a la dependencia tecnológica, surge una iniciativa que pretende ponerle solución: el proyecto ‘Tragone’. “Estamos enganchados a las pantallas y perdemos mucha comunicación en el entorno familiar”, explica Ernesto Agudiez, uno de los principales promotores del proyecto.
Los ‘tragone’ son pequeños muñecos de tela diseñados para “comerse” los dispositivos electrónicos. Pero que no cunda el pánico, no mastican y solo los guardan en su boca durante el tiempo que se considere oportuno, cuenta Agudiez. El objetivo es “desconectar de las pantallas digitales para reconectar con la familia o nosotros mismos”.
La idea es que los padres hagan un ejercicio de “desconexión digital” porque, para que sus hijos aprendan a hacer un uso racional de las tecnologías, ellos deben ser un ejemplo a seguir: “Los niños ven esos compartimientos en sus padres, sus mayores ‘influencers’, y si desde pequeños ven esa desconexión, lo interiorizan”.
Así, los ‘tragone’ son una forma divertida de enseñar a los más pequeños a olvidarse por un rato de las pantallas. “Ayudan a hacer un uso más racional de estas nuevas tecnologías, de las que en ningún caso estamos en contra”, aclara Agudiez.
Un proyecto alineado con los ODS
Este proyecto, además, está alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Fundamentalmente, busca la salud y el bienestar de la familia y fomenta un consumo responsable de la tecnología. Pero también se basa en la igualdad de género –es una cooperativa formada mayoritariamente por mujeres– y en la responsabilidad medioambiental –están fabricados con productos locales y materiales con certificación medioambiental–.
Por otro lado, ayuda a reducir la desigualdad de oportunidades en la “España vaciada”. Los integrantes del proyecto viven en un pequeño pueblo de Extremadura, Piornal, del que no quieren “desprenderse”, y pretenden generar trabajo allí. De hecho, los nombres de los ‘tragone’ son una oda al medio rural: “Hemos adaptado los nombres de los cuatro prototipos que están en la campaña de crowfunding (aunque la familia irá creciendo) para recuperar otros antiguos: Taki, de Eustaquio; Gumer, de Gumersindo o Gumersinda; Dulli, de Obdulia; y Ruff, de Rufino o Rufina”. Una idea que busca atar el pasado de esos nombres, los de nuestros abuelos, al presente de las nuevas tecnologías.
Fuente: https://gacetamedica.com