El creciente poder económico y político de las big tech, así como su capacidad para influir en las personas, han llevado a imponerles regulaciones.
Google, Facebook, Amazon y Apple son parte de las compañías llamadas big tech que han sido objeto de regulaciones y multas en diversos países, entre ellos Estados Unidos y China, además de miembros de la Unión Europea.
En los últimos años, las big tech se convirtieron en titanes que no sólo mueven millones de dólares, sino que también pueden alterar la competencia económica en países o regiones completas e incluso pueden llegar a impactar en el comportamiento de las personas.
Algunas de las multas a los gigantes tecnológicos han sido multimillonarias; por ejemplo, en los últimos cuatro meses de este 2021, tan sólo Francia e Italia han aplicado a Google multas por 820 millones de euros (unos 968 millones de dólares).
El país galo sancionó a la compañía porno haber negociado de buena fe con medios de comunicación locales una compensación para el uso de sus noticias y por haber abusado de su posición dominante en el mercado de la publicidad en línea; ambas multas ascendieron a 720 millones de euros.
Italia, a su vez, sancionó a Google con 100 millones de euros por controlar el acceso de los desarrolladores de apps a los usuarios finales gracias a su posición dominante.
Entre 2017 y 2019, la Comisión de Competencia de la Unión Europea impuso tres multas a Google por 9,000 millones de dólares por practicas anticompetitivas, refiere la Fundación de Estudios Financieros (Fundef) en el documento “Experiencia internacional sobre regulación al sector de las big tech”, publicado este martes.
En el estudio, el centro identifica que detrás de las multas y regulaciones a las compañías tecnológicas están cinco razones:
- La información y los datos que recolectan las plataformas pueden afectar a las personas.
- Los algoritmos que utilizan no son transparentes y además pueden influir en el comportamiento de las personas.
- Las leyes están pensadas para proteger la propiedad física y la intelectual de personas, pero no han evolucionado para entender la nueva realidad digital.
- En su desarrollo, las plataformas digitales tienden a convertirse en monopolios.
- Ofrecer productos o servicios gratis no necesariamente es algo bueno para los consumidores. Hay un probable daño si se puede extraer lo que se conoce como el behavioral surplus (toda la información que se recaba de las personas).
Debido a la tradición más de un gobierno más social, detalla la Fundef, en Europa fue donde se llevaron a cabo los primeros esfuerzos para regular a las grandes compañías tecnológicas, principalmente las estadounidenses, lo cual fue visto con recelo por el país norteamericano.
“La actividad regulatoria de la CEE (Comunidad Económica Europea) sobre las big tech no era bien vista en Estados Unidos. Se decía que actuaban por razones políticas ya que la CEE no tiene ninguna empresa de este tipo. Por eso eran muy estrictos con sus contrapartes de los Estados Unidos”, indica el estudio.
“Sin embargo, el contexto cambió el último año y tanto en Estados Unidos como en China empezaron con acciones legales y de supervisión en este sector”, agrega.
En efecto, en los últimos meses se han visto escenas de los altos directivos en audiencias ante los congresistas de Estados Unidos, quienes han advertido el poder económico y político adquirido por las compañías.
En China, por otro lado, su gobierno ha emprendido una ofensiva regulatoria contra sus propias grandes tecnológicas, así como las del extranjero.
“El proceso de lograr un mayor control sobre las big tech en China ha sido muy rápido. En sólo ocho meses se han tomado las siguientes acciones: la cancelación de la oferta pública de Ant Financial, el anuncio de una investigación a Alibaba por prácticas monopólicas, las reglas para las plataformas de comercio electrónico, una multa de 2.8 mil millones de dólares a Alibaba y el caso de Didi en donde se le investiga por temas de ciberseguridad”, indica el estudio de la Fundef.
Dicho centro de estudios advierte que hay asimetrías entre consumidores y empresas que justifican que el Estado intervenga para regular su actividad, ya que no ha funcionado dejar al mercado el control de estas compañías.
Fuente: forbes.com.mx