El canciller Marcelo Ebrard avisa que 1,4 millones de dosis de Pfizer comenzarán a llegar a partir de este miércoles desde Bélgica
El canciller Marcelo Ebrard ha interrumpido este martes la conferencia matutina del presidente mexicano para dar “una buena noticia”, como la ha calificado Andrés Manuel López Obrador: las primeras vacunas de Pfizer, 1,4 millones de dosis, han embarcado ya en Bélgica y llegarán a partir de este miércoles. Horas más tardes, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, ha asegurado que la vacunación arrancará este jueves 24 de diciembre en Ciudad de México con los primeros fármacos. La entrega de este primer lote se completará en enero próximo. Lo demás siguen siendo incertidumbres por ahora. Entre quiénes empezarán estas inmunizaciones, cuándo concluirán los primeros objetivos, incluso cuándo llegarán los siguientes envíos, aunque Ebrard ha dicho que se sucederán cada martes a partir de ahora. Este terreno de pocas certezas es el que cabe esperar, a decir de los expertos, puesto que la mayoría de los Gobiernos están en manos de las farmacéuticas, que pueden virar su comercio de un día para otro si soplan aires de un negocio más jugoso. Y el mercado europeo, por ejemplo, lo es. El mundo entero está esperando sus dosis.
Lo de Pfizer es casi un experimento piloto que pone a prueba la capacidad de los países para recibir y distribuir la vacuna. Lo primero será demostrar que se cuenta con las condiciones de congelación necesarias, algo que México ya ha hecho, puesto que la vacuna está volando, si bien con retraso sobre lo previsto. Coahuila contaba con empezar este martes las inmunizaciones. Pero, salvo los países productores, la mayoría perdió o nunca tuvo producción propia, algo que ahora le habría proporcionado infraestructura suficiente para afrontar este reto.
Ebrard ha explicado que llegarán en esta primera tanda 1,4 millones de dosis. Arribarán en sus cajitas de conservación que garantizan unos 10 días en buen estado incluso a pleno sol, dice el profesor del Departamento de Microbiología de la UNAM Mauricio Rodríguez Álvarez. Pero esos 10 días no dan para mucho en las macrocifras mexicanas, donde solo el personal sanitario alcanza casi el millón de personas. De los 36 millones de dosis para la campaña de vacunación de la influenza apenas se han usado el 60% y llevan ya dos meses y medio con el programa.
La cajita de las vacunas, que tiene su GPS y sus rigurosos registros de temperaturas, solo son un dispositivo complejo para el transporte. Pero tendrán que ser almacenadas en frío para ir vacunando paulatinamente a la población, personal sanitario, personas de riesgo, quizá maestros, como sugirió el presidente López Obrador esta semana. Para ello se necesitaría una legión de colaboradores e insumos. “Se acabarán las jeringas, el alcohol y las torundas, como se acabaron en su día los cubrebocas”, vaticina Rodríguez Álvarez. El científico ve con buenos ojos que el proyecto de vacunación lo inicie el Ejército mexicano, debido a la gran fragmentación del sistema de salud en diversas instituciones sanitarias, “que impedirían una logística coordinada”. Rodríguez Álvarez opina que esta primera ronda de inmunización podría llevar incluso cuatro meses. Cree que no es tiempo ahora de detenerse en si el avión llega un día más tarde o más pronto, extremos, dice, que caen del lado de la política exclusivamente. “De lo que hay que estar pendiente es de que se use bien el material que llegará, que la gente no rechace la inmunización y que se completen los esquemas previstos”, añade.
Una vacuna para varias cepas
En la carrera contra reloj que disputan estos días todos los países del mundo por hacerse con su vacuna, Pfizer no es más que un primer escalón, pero el ruido mediático ya está cumpliendo su cometido, como las imágenes del presidente Biden inyectándose este lunes su dosis. “Esta vacuna será muy urbana, no llegará a todas partes, sí, aparece Biden y le seguirán otros científicos y políticos del mundo, ocuparán las portadas, pero será difícil que llegue a zonas remotas por ahora, ni siquiera a hospitales de poblaciones pequeñas”, sigue Rodríguez Álvarez. Cree más bien que será más factible trasladar a muchas personas para que reciban su dosis, por ejemplo entre el personal sanitario.
La vacuna llega cuando el mundo entero se estremece por las nuevas cepas anunciadas con alarde de medidas profilácticas en Reino Unido, pero no son las primeras mutaciones, ni mucho menos. “El virus acumula ya ciento y pico variantes en estos meses de pandemia. Así son los virus”, ilustra Rodríguez Álvarez. Y cree que la alarma del Reino Unido responde a circunstancias políticas más que a la serenidad científica que debe imperar. “Lo conocían desde septiembre”. Sea como fuere, ¿servirá esta vacuna que se ha diseñado y fabricado a un ritmo febril? “Servirá”, dice el científico. “El 85% del virus no cambia” y las diferentes variantes son en muchos casos lo que se conoce como el efecto fundador. La cepa que llegó a Europa solo era una de las que había en China y la que se hizo fuerte en México era la que procedía de Europa. Así funciona el efecto fundador: no son más potentes ni más mortíferas, solo llevan la ventaja de haber llegado primeras.
México está abordando tres estrategias en paralelo. La primera es su adscripción al proyecto Covax, auspiciado por la OMS, un plan solidario para que nadie se quede atrás. El país mantiene también comunicación directa con los productores. Además, hay apoyos para la producción nacional y convenios cofinanciados con farmacéuticas. El Gobierno ha abierto las puertas para que se realicen estudios clínicos entre la población llamados a facilitar el acceso final a las vacunas y desarrollos propios en las universidades y otras instituciones científicas. A juicio de Rodríguez Álvarez no es poco el esfuerzo, a pesar de que el país está pagando la pérdida de peso que en su día tuvieron los laboratorios nacionales en la fabricación de vacunas, que hoy conservan muy pocos países. La enorme logística que hay que implementar seguirá dejando incertidumbres en una población ansiosa por saber.
Fuente: https://elpais.com