Un innovador proyecto tecnológico conjuga inteligencia artificial e imagen multiespectral para detectar instantáneamente zonas contaminadas por el virus.
Que la crisis de la COVID-19 ha sacudido los cimientos de la realidad tal como la conocíamos es innegable. También ha cambiado nuestra relación con los elementos más cotidianos. Hoy, casi cualquier superficie es objeto de sospecha. Es probable que nunca volvamos a ver el pomo de una puerta con los mismos ojos. Por eso, contar con tecnología que permita detectar la presencia del Sars-CoV-2 de forma rápida y sencilla podría suponer un paso de gigante para volver a la normalidad y, sobre todo, mantenerla. En eso andan enfrascados los investigadores de la Universidad de Sevilla, que han anunciado el desarrollo de una innovadora tecnología que analiza cualquier superficie y confirma la presencia de zonas contaminadas. Para ello se sirve de algoritmos de inteligencia artificial que analizan imágenes multiespectrales.
La tecnología, que aún se encuentra en fase de prototipado, ha reunido expertos de distintos campos, desde el mundo universitario hasta expertos en desactivación de explosivos y en defensa biológica, radiológica y química. Al fin y al cabo, aunque se libre en un silencio únicamente roto por los aplausos de cada tarde, se trata de una guerra sin cuartel. El dispositivo, según la nota de prensa de la Policía Nacional, es “un prototipo portátil que combinaría sistemas de lectura de imágenes multiespectrales, tanto en el rango óptico (de ultravioleta a infrarrojo térmico) como en el rango de terahercios, métodos de análisis mediante óptica computacional e Inteligencia Artificial (machine learning)”. Gracias a él, se podrá analizar sin contacto superficies de lugares públicos, hoteles y hospitales y despejar cualquier duda sobre sus condiciones higiénicas.
Un desafío microscópico
La investigación, que avanzará más rápidamente gracias a las cámaras multiespectrales adquiridas ya en 2019 para proyectos de IA y tecnologías ópticas, se centra en estos momentos en la toma de imágenes de muestra de superficies limpias y contaminadas. El Sars-CoV-2 tiene un tamaño muy reducido de apenas 120 nanómetros por lo que los retos para el desarrollo de un dispositivo funcional serán formidables. No obstante, la conjunción de sistemas de aprendizaje de máquinas y ópticas avanzadas permite ser optimistas. Con un poco de suerte, los primeros resultados llegarán en el plazo de ocho meses. Además, se publicarán en abierto para ponerlos a disposición de la comunidad científica.
Fuente: La Vanguardia, GPS World