La capacidad para detectar obstáculos de los mosquitos ha inspirado nuevas técnicas para evitar colisiones de drones y otros vehículos voladores.
Puede que los mosquitos no se consideren precisamente los mejores amigos del ser humano. Molestas picaduras en el mejor de los casos y graves enfermedades como la malaria o el Zika en otros los han condenado al purgatorio de los insectos non gratos. Sin embargo, por molestos que resulten, se trata de criaturas fascinantes. Una de sus cualidades es la detección de obstáculos, que llevan a cabo incluso en la oscuridad. Para lograrlo, se basan en un conjunto de células -más de doce mil- en la base de sus antenas que reacciona al más mínimo cambio en la presión del aire. Así, al acercarse a un obstáculo como una pared o el suelo, la antena vibra de forma distinta según sea el flujo del aire que experimenta. Un grupo de investigadores ha analizado la forma en que un mosquito, conocido por transmitir el Zika y el virus del Nilo, realiza esas complejas maniobras. De este modo, han grabado a algunos de estos especímenes en acción con cámaras de alta precisión para obtener miles de fotogramas.
Una vez que el equipo de investigadores, procedentes de la Real Academia de Veterinaria y la Universidad de Leeds (ambas en el Reino Unido) entre otros centros, encontró la clave, trasladó su hallazgo al desarrollo de un sensor que instaló en un dron de tamaño reducido. Este innovador proyecto tecnológico consiste en una serie de luces que se encienden al detectarse cualquier superficie. Se trata de un sensor muy ligero, de tan solo 9,2 gramos, y de gran eficiencia energética. Los investigadores creen que en un futuro podría ayudar a los drones y otros vehículos aéreos no tripulados a entregar paquetes o inspeccionar estructuras en condiciones de oscuridad. Y, por qué no, aplicarse a helicópteros de tamaño real.
DRONES BIOMIMETICOS
El caso de los drones inspirados en mosquitos es un ejemplo de biomimética. Y existen otros modelos de drones que han buscado su inspiración en otros insectos y animales. Por ejemplo, un equipo de investigadores creó hace poco un dron basado en las alas de los murciélagos y su capacidad para adoptar diversas formas. El Bat Bot es un pequeño dispositivo de apenas 93 gramos que utiliza membranas de silicona a modo de alas, lo que multiplica los posibles movimientos.
Otro tipo de dron es el desarrollado en la Universidad Purdue por la ingeniera mecánica Xinyan Deng, que ha creado un dron inspirado en el colibrí. Impreso en 3D, este colibrí artificial tiene el mismo tamaño que la criatura que lo inspiró. Gracias al diseño de sus alas, que bate a gran velocidad, este modelo puede llevar a cabo toda clase de movimiento, con giros de 180 grados casi instantáneos.
También cabe mencionar el dron inspirado en las abejas, bautizado como RoboBee, que han creado en la Universidad de Harvard. Este dispositivo, de apenas 90 gramos de peso recurre a cuatro alas para volar con una gran eficiencia energética. La importancia de estos nuevos enfoques es la de crear dispositivos voladores con baterías de muy poco peso, que permita operar con ellos en espacios reducidos o en enjambre.
Fuente: Science Mag, Science Mag