El nuevo avión comercial supone un avance en la sostenibilidad de la industria aeronáutica.
La aviación civil es una de las grandes responsables del cambio climático. Al calor de la globalización, las últimas décadas han registrado un aumento exponencial en el número de aviones en el cielo. Sin embargo, a diferencia de los coches, que empiezan a abrazar nuevos sistemas de locomoción eléctrica, la mayor parte de los aviones siguen volando gracias al queroseno, con un pequeño porcentaje impulsado por biocombustibles. Una de las explicaciones es que la proporción entre el peso de las baterías y la energía requerida dificulta grandemente el diseño de naves operativas. Por eso, gran parte de los esfuerzos se han centrado en mejorar la eficiencia energética. Así, entre 2009 y 2020 se produjo un incremento anual del 2,1 % en el aprovechamiento de combustible.
Ahora un equipo de ingenieros holandeses pretende dar un salto cualitativo con mejoras de eficiencia en torno al 20 %. Para ello han recurrido a un revolucionario diseño en forma de bumerán que solo tenía precedentes en la industria militar. Lo han bautizado como Flying-V. Entre sus peculiaridades se encuentra que la cabina destinada a los pasajeros se desdobla a lo largo de las alas y que las turbinas están instaladas encima del fuselaje.
Trabajando codo con codo con Airbus, los ingenieros de la Universidad de Delft han creado un prototipo a escala para demostrar la viabilidad de la tecnología. El avión inicial, con una envergadura de apenas tres metros, ha llevado a cabo su primer vuelo de prueba, donde ha demostrado sus cualidades aerodinámicas. El vuelo cumplió todas las expectativas con creces, tanto en términos de estabilidad como de consumo energético, aunque los ingenieros informan de que el aterrizaje fue un poco más brusco de lo esperado.
Una vez capturados los datos del vuelo con los sensores instalados en la nave, el siguiente paso será introducirlos en un simulador digital que permita afinar el diseño a efectos de fabricar el avión definitivo. Ciertamente, promete ser bastante más grande que el primer prototipo, ya que los desarrolladores calculan que podría superar los sesenta metros de envergadura y transportar a más de trescientos pasajeros.
Otros diseños prometedores
Además de iniciativas como el Flying-V, la industria aeronáutica se encuentra inmersa en la creación de nuevos diseños que cambien radicalmente el enfoque utilizado hasta ahora. Un proyecto tecnológico cercano al prototipo holandés sería el MAVERIC presentado por Airbus en el Singapore Air Show de 2020. Ambos comparten el uso de turbinas instaladas en la parte superior del fuselaje, pero en este segundo caso se apuesta por un diseño en forma de ala delta. Los pasajeros irían distribuidos a lo ancho de la estructura del avión en lugar de longitudinalmente. Se prevé que este modelo ofrezca también una mejora del 20 % en el uso de combustible.
Naturalmente, la verdadera sostenibilidad vendrá dada por el uso de nuevas tecnologías de propulsión con cero emisiones de carbono. Un ejemplo de ello es el prototipo E-Fan X que también pudo verse en la misma feria. Se trata de un avión con propulsión eléctrica con el que ya se han realizado las primeras pruebas de viabilidad. Se calcula que este tipo de naves podrían entrar en servicio en la próxima década.
Por ahora, lo más probable es que veamos la introducción de modelos de propulsión híbrida, que combinen el uso de combustible tradicional y motores eléctricos de apoyo. Si el primero vuelo de los hermanos Wright fue una proeza del ingenio humano, el paso a una aviación ecológica promete ser una transición igualmente formidable.
Fuente: Business Insider, Airbus